jueves, 30 de abril de 2020

Cuadriláteros


  1. Este vídeo nos presenta una clasificación de los cuadriláteros simples y convexos. Mejora esa clasificación propuesta en el vídeo. Hay un cuadrilátero simple y convexo que no ha sido citado en el vídeo que se llama COMETA, ¡Inclúyelo en esa clasificación!
  2. ¿Dónde colocar los cuadriláteros cóncavos (no convexos)?
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Carta de amor a un trapezoide de Claudi Alsina, catedrático de Matemáticas de la ETS de Arquitectura de Barcelona en la Universidad Politécnica de Cataluña

Querido trapezoide,

Le sorprenderá que por primera vez alguien le haga una declaración de amor y ésta no provenga de una figura plana. Su pertinaz vivencia en el plano le ha mantenido siempre al margen de lo que ocurre por arriba o por abajo, enfrente o detrás. Digámoslo claramente: yo lo conocí hace años pero usted aún no se había enterado, hasta hoy, de mi presencia. Debo pues empezar por el principio y darle noticia de cómo fue nuestro primer encuentro.

Ocurrió una tarde de otoño lluviosa. Una de estas tardes de octubre en que llueve a cántaros, los cristales de los colegios quedan humedecidos y los escolares sin recreo. Usted estaba quieto en una página avanzada de un libro grueso que era nuestra pesadilla continua. Me acuerdo aún perfectamente. Página 77, al final hacia la derecha. Fue al abrir esta página, siguiendo la orden directa de la señorita Francisca, nuestra maestra, cuando lo vi por primera vez. Allí estaba usted entre los de su familia, un cuadrado, un rectángulo, un paralelogramo, un trapecio, un rombo, un romboide,... y ¡el trapezoide!. Un perfil grueso delimitaba sus desiguales lados y sus extraños ángulos. La señorita Francisca se fue exaltando a medida que nos iba narrando las grandes virtudes de sus colegas cuadriláteros... que si igualdades laterales, que si paralelismos, que si ángulos, que si diagonales... y el rato fue pasando y la señorita seguía sin decir nada. Como las señoritas acostumbran a no explicar lo más interesante, a mí se me ocurrió preguntarle
-Señorita... ¿y el trapezoide?

Éste –replicó la maestra-este es el que no tiene nada.

¿Nada de nada? – le repliqué

Sí, nada de nada – me contestó

...y sonó el timbre. Quedé fascinado: usted era un pobre, muy pobre cuadrilátero. Estaba allí, tenía nombre, pero nada más. Por eso a la mañana siguiente volví a insistir en el tema a la señorita.

Así debe ser muy fácil trabajar con los trapezoides –le dije – ya que como no tienen nada de nada no se podrá calcular tampoco nada de nada.

¡Al contrario! Estos son los más difíciles de calcular. Ya lo verá cuando sea mayor.

Durante aquella época yo creí intuir que matemáticas y cosas sexuales debían tener algo en común pues siempre se nos pedía esperar a ser mayores para “verlo”.

A usted ya no lo vi más hasta que en Bachillerato don Ramiro nos obsequió con una fórmula muy larga para calcular su área. Esto me enfadó enormemente. Usted había pasado del “nada de nada” al “todo de todo”. A partir de entonces empecé a pronunciar su “oide” final con especial desprecio “¡trapez-OIDE!”.

Nuestro siguiente encuentro tuvo lugar en una calle. De pronto miro el pavimento y descubro con horror que le estoy pisando. Di un salto y me quedé mirando. ¡Que maravilla! Después de tantos años sobre mosaicos llenos de ángulos rectos allí estaba usted. El “nada de nada” era ahora una loseta. Dibujé aquel suelo y entonces marqué los puntos medios de sus lados y empecé a trazar rectas y una maravilla de paralelogramos nacieron enmarcando su repetición.

Con el tiempo he ido aprendiendo muchas cosas de usted y le he dedicado muchos ratos. La señorita Francisca tenía razón en lo difícil que es tratarlo pero no la tenía en lo del “nada de nada”.

Y ahora al final de la declaración sólo me queda pedirle una cosa. Sé que es difícil pero no tengo más remedio que pedírselo. Por favor no diga nunca a nadie que yo hice esta declaración. Guarde esto en el centro del paralelogramo inscrito que le acompaña. Yo guardaré su recuerdo, dibujándolo en todas las reuniones. Los amores imposibles al menos tienen la virtud de ser duraderos. Suyo.

                         Claudi.

Los centros de un triángulo

Baricentro

  • El baricentro, también llamado centroide o centro de gravedad, de un triángulo es el punto de intersección de dos medianas de dicho triángulo. Una mediana es el segmento que une un vértice con el punto medio del lado opuesto.
  • ¡No importa qué dos medianas! Pues la tercera mediana también pasa por el baricentro.

Circuncentro

  • El circuncentro de un triángulo es el centro de la circunferencia circunscrita al triángulo. El radio de dicha circunferencia es la distancia a cada uno de sus vértices que es la misma .
  • El circuncentro es el punto de intersección de las mediatrices de dicho triángulo. Una mediatriz es la recta perpendicular a un lado que pasa por el punto medio del mismo.
  • ¡No importa qué dos mediatrices! Pues la tercera mediatriz también pasa por el circuncentro.

Incentro

  • El incentro es el centro de la circunferencia inscrita al triángulo. El radio de dicha circunferencia es la distancia a cada uno de sus lados que es la misma .
  • El incentro es el punto de intersección de las bisectrices de dos ángulos de dicho triángulo. Una bisectriz de un ángulo es la recta que divide al ángulo en dos ángulos iguales.
  • ¡No importa qué dos bisectrices! Pues la tercera bisectriz también pasa por el incentro.

Ortocentro

  • El ortocentro de un triángulo es el punto de intersección de las dos alturas de dicho triángulo. Una altura es el segmento que parte de un vértice y es perpendicular al lado opuesto a dicho vértice.
  • ¡No importa qué dos alturas! Pues la tercera altura también pasa por el ortocentro.


LA RECTA DE EULER

El baricentro, el circuncentro y el ortocentro de cualquier triángulo ESTÁN ALINEADOS. Dicha recta se llama recta de Euler.

Ejercicio: publica en tu blog una entrada sobre los centros de un triángulo realizando las construcciones con GEOGEBRA.